Hubo una época en la capital argentina donde los no católicos debían recibir un entierro diferente. La historia de fantasmas y mitos que llega hasta nuestros días.
Por Canal26
Lunes 2 de Septiembre de 2024 - 20:20
La plaza anteriormente era llamada Plaza de los Ingleses
Ser un no católico en el siglo XIX en Buenos Aires no era tan simple, llamados disidentes debían recibir un trato "diferente" al momento de morir.
En aquel entonces los disidentes no tenían lugar propio para sepulturas porque no podían ser enterrados en lugares consagrados como templos católicos.
El primer cementerio para ellos se ubicó en la calle Juncal, en el camposanto de la Iglesia del Socorro en el barrio del Retiro. Allí también se conocieron Camila O'Gorman y el cura Ladislao Gutiérrez, un lugar que pertenecía a la Corporación del Socorro a manos de ingleses e incluso los primeros judíos de Buenos Aires fueron enterrados en el mencionado lugar.
Plaza Primero de Mayo, ubicada en Balvanera
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El mismo abrió sus puertas en 1821, antes que el Cementerio de Recoleta y funcionó hasta 1833 cuando se vio colmada su capacidad.
Cuando sucedió esto se buscó un lugar más accesible: el Hueco de los Olivos que hoy es Plaza Primero de Mayo, aunque en ese entonces recibía el nombre de Plaza de los Ingleses porque la mayoría de los disidentes, eran de allí.
Una de las pocas imágenes del que fue el cementerio para los disidentes
El cementerio funcionó hasta 1890 cuando se clausuró. Algunos restos siguen yaciendo debajo de la plaza de Balvanera ya que no fueron trasladados.
Uno de esos cuerpos es el de Elizabeth Chitty de Brown, esposa del Almirante Guillermo Brown, padre de la Patria en el Mar.
Elizabeth Chitty, esposa del Almirante Brown
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La fiebre amarilla fue una epidemia que azotó a Buenos Aires en 1871 y se convirtió en una de las mayores tragedias sanitarias que padeció la capital ya que murió el 8% de la población de esa época.
Inicialmente se creyó que los vectores de la enfermedad llegaron en un barco procedente de Paraguay, propagándose por las fuentes infecciosas de la ciudad porteña.
Hospital atendiendo a enfermos de fiebre amarilla
Una de sus consecuencias más impresionantes fue la implementación de un tren que transportaba a los muertos, conocido como "el tren de la muerte" y pasaba por pleno centro porteño.
Locomotora La Porteña
Se clausuró el antiguo Cementerio del Sur y apareció uno nuevo: el de Chacarita donde llegaron a enterrarse más de 500 cadáveres en un solo día.
El ferrocarril del Oeste habilitó una línea de emergencia a lo largo de la actual Avenida Corrientes con cabecera en esta avenida y Pueyrredón. Un convoy transportaba solamente féretros en dos viajes y fue bautizado como el tren de la muerte.
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